En la versión previa de Ubuntu, era algo muy similar a un entorno en su infancia, pero ahora se puede decir que llegó a la adolescencia. Algunas de sus limitaciones de navegación han sido cubiertas gracias a la inclusión de las llamadas “lentes”, esos pequeños iconos que puedes ver en la parte inferior de la pantalla. Además del ratón, también puedes usar la tecla Tab para navegar entre ellos (Shift+Tab para ir en dirección opuesta), algo que he encontrado particularmente cómodo.
Otro agregado muy llamativo es el de los filtros, que te ayudarán a localizar una aplicación de acuerdo a su categoría, aunque también entran en juegos parámetros como el del “puntaje” que hayas asignado a una aplicación. Este dúo de funciones hace más sencilla la búsqueda de aplicaciones, pero a pesar de todo, la forma más rápida sigue siendo utilizar el teclado, siempre y cuando conozcas el nombre del programa, o al menos parte del mismo. Las transparencias están mucho mejor logradas, haciendo que Unity gane varios puntos en apariencia. Lamentablemente, algunas de sus restricciones más criticadas siguen en pie. La barra lateral no puede moverse (no oficialmente al menos), y el escritorio puede recibir carpetas o documentos nuevos, pero se niega a cooperar con cualquier clase de acceso directo.
El como de lentes y filtros ataca a algunas de las limitaciones de Unity, pero no a todas
Firefox continúa conservando su posición como navegador web principal, y con la inclusión de Thunderbird como cliente POP por defecto, se puede decir que Mozilla ha desembarcado por completo sobre Ubuntu. Para aquellos que deseen saberlo, la versión de Firefox en Ubuntu es la 7.0.1, que incorpora todas las mejoras de consumo de memoria asociadas a ese build. Durante la fase de instalación, Ubuntu le ofrece al usuario instalar automáticamente algunos ejemplos de software propietario, como el caso de Flash. En el pasado, el plugin de Adobe ha sido una pesadilla en casi todas mis instalaciones de Ubuntu, demandando un proceso de instalación manual. Escoger este camino definitivamente ahorra muchos dolores de cabeza, y por fin puedo decir que YouTube ha salido funcionando a la primera, sin requerir visitas a la terminal o disparar un par de “apt-get”.
La clásica visita a NeoTeo desde Ubuntu 11.10 con Firefox 7
Flash ha cooperado, lo cual no es poca cosa
Dos puntos que no podemos ignorar en esta versión del sistema operativo son Ubuntu One y el Centro de Software. La nube y la venta de software unen fuerzas en Ubuntu 11.10, por lo que no me sorprendió encontrar a “Braid” como una de las “aplicaciones estelares” dentro del Centro de Software. Los juegos parecen estar a la vanguardia del software comercial, pero también encontrarás aplicaciones (como el Fluendo DVD Player), y varias publicaciones al estilo de Linux Pro Magazine. Todavía siguen siendo pocas en comparación con la enorme lista de software gratuito, pero está claro que la idea de Canonical es obtener ganancias de su Centro de Software. Un aspecto que podría mejorar es el de la desinstalación de aplicaciones. El Centro de Software debería permitir una selección múltiple para quitarlas varias de un solo movimiento, y hacer clic con precisión en cada triángulo para desplegar una sección puede ser irritante. Por otro lado, Ubuntu One continúa con sus cinco gigabytes para las cuentas gratuitas, pero después hay tarifas de tres dólares por 20 GB, y cuatro dólares por la misma cantidad de espacio, y streaming de música hacia dispositivos móviles.
Los juegos abren el camino en la venta de software
Hacer clic en esos triángulos fue complicado en ocasiones
Ubuntu One, para quien necesite de la nube. Deberás descargar dos paquetes extra para sincronizar contactos.
En resumen, Ubuntu 11.10 parece indicar que Canonical se está moviendo en la dirección que desea, pero lentamente y con pasos calculados. Canonical busca ampliar drásticamente el porcentaje de adopción en Ubuntu (200 millones de usuarios en cuatro años), y eso implica dejar de lado varias ideas establecidas en el mundo Linux desde hace mucho tiempo. Suena irónico, pero la situación de Unity es similar a la de Metro en Windows 8. Usuarios con poca experiencia sin dudas apreciarán sus virtudes, mientras que aquellos más experimentados encontrarán chocante su aparente simplicidad, que después de unos minutos descubrimos que no es así, ya que el teclado sigue siendo el rey bajo el Dash. Los usuarios “hardcore” tienen a favor la flexibilidad natural de Linux, pero ahora deberán luchar con la decisión política de Canonical de querer colgar la etiqueta de “masivo” en su producto. En lo personal, creo que el Unity de Ubuntu 11.10 supera en gran medida al de Ubuntu 11.04, pero aún necesita de algunos ajustes. Unity ha sido la causa de una gran polarización, y ha llegado para quedarse. Si nunca has usado a Ubuntu antes, tal vez Oneiric Ocelot sea el escalón ideal para subirse a ese tren. Si te gustó Unity en 11.04, verás que es aún mejor en 11.10. Pero la tendencia entre usuarios más antiguos hasta aquí es explorar otros horizontes, ya sea regreasndo a GNOME, usando una variante como Xubuntu, o directamente reemplazando a la distro con algo como Mint. El tiempo dirá si Unity es la clave para llegar a esos 200 millones.